domingo, 5 de febrero de 2012

DE(SPEDIDA)


M visita a K. Será la última vez, pero todavía no lo sabe. En casa son solo K, M y la madre de K. En la habitación son solo M y K frente a un monitor y un teclado. Ella escribe. Él la besa y Ella se excita tan fácil. M quiere recobrar lo desdeñado que se va evanesciendo. La madre viene a verlos; le sorprende la fetidez de la habitación: “qué feo huele por acá. Debe haber un animal muerto del otro lado”. No describe con precisión el hedor, pero es ese común olor a roedor en descomposición: una rata muerta. M y K parecen no tener pudor. La habitación no los repele. Finalmente, K tiene un orgasmo, tiene el rostro de un domingo en casa.

Ahora están en la habitación de K. Ella busca con desespero en las gavetas de su escritorio. Sus manos hacen saltar una foto extraña que sus nervios tratan de esconder. Es en vano.  Las pupilas dilatadas de M han visto suficiente. En la foto, K aparece sin pantalones, en calzón. No es una foto sensual o sexual. Es solo un gag.  K revela que esa foto la tomó una amiga traviesa durante un viaje. M le cree. Solo quiere contemplar a su chica con los pantalones abajo. Ella no le dejará.
 
La tarde se va haciendo pedazos. M y su madre convienen en que es una buena idea cortarle el cabello a M. Él está sentado en una silla que se ha puesto en el medio del patio. La madre le coloca una pequeña toalla en el cuello. En su rostro solo calza una sonrisa de nervios. La madre le corta el cabello con delicadeza. M se relaja y siente mucho. No se sabe protagonista de un ritual de despedida. Un ritual para dejar de ser lo que se es. La madre de K lo está despidiendo de casa con un ligero corte de cabello.
 
Ahora K y M dejan la casa y atraviesan en un bus la ciudad. Toman asiento en la última fila. Es domingo. Las casas, las calles e incluso los vehículos reposan en silencio. Nuevamente M besa y acaricia a K. Será la última vez que ella alcanzaré la volupté con una pequeña dosis de ternura y deseo básico desbordado. Pero M no lo sabe.

domingo, 8 de enero de 2012

Big brother


Vivo en Estados Unidos, ya soy un latino y tengo una pareja peruana. De esto le hablo a un gringo fornido, pinta de marine. Él es como un big brother para mí. Le cuento de mi relación con una peruana, le digo que su madre se casó con un puertorriqueño y que por eso, ella, está en Estados Unidos. Es filósofa, le digo. En el mismo sueño soy consciente de que le hablo de una novia que no tengo. Él sale de casa y se monta en una especie de camioneta todo terreno que tiene empotrado una ametralladora en la tolva.  Lo he visto escéptico con mi relación. Pensé que me felicitaría. Más bien, el big brother me manda a cortar el césped. Ahora estoy en mi casa de Oxapampa, buscando la podadora en un depósito. Mi mamá aparece y se mete por otra habitación para buscar la dichosa máquina. Mi big brother y yo entramos por otra puerta más cercana. Y damos en una habitación de la casa que ha estado cerrada por mucho tiempo. Hay mucho polvo, mucha madera devorada por la polilla, cagada de polilla incluida. Nos encontramos allí, el big brother, mi mamá, que entra por otra habitación, mi hermano Pepe y yo. De pronto descubro a un lado de la habitación, cerca de mi mamá a R. Ella está sentada sobre un estante o una moto. Tiene las manos y el cuerpo atado. La boca sellada con cinta adhesiva. Tiene la parte lateral de la cara, entre los ojos y las orejas, más cerca de la nariz, perforada en diferentes puntos, que bajan de la frente a la base de la nariz. Y por allí pasa un pasador grueso y rojo. Ella llora, está desesperada. Sospecho que todo esto es culpa de mi big brother, que la ha secuestrado, pero sé que en el fondo también es culpa de R. Presagio una vez más una relación tormentosa. Ella sacó de quicio al big brother y este se sacó su lado sicópata. Le digo a mi mamá, que está más cerca, que le quite la cinta adhesiva de  la boca. Mi mamá se tarde en reaccionar. De pronto el big brother saca su arma. Tiene planeado liquidarnos a todos. Llega el momento de convertirse en héroe. Salgo de la habitación, estoy más cerca de la puerta, y me dirigo a la otra habitación donde está mi papá. Le digo que llame una ambulancia. Ya escuchamos los disparos para entonces. Mi mamá está descalzo, como recién bañado. No entiende nada y me desespera. Grito por la calle, muy desesperado, pidiendo auxilio cuando en realidad debería de llamar al 105, pienso. Me montó en la tolva de la camioneta de big brother. He intento saber cómo se dispara esa gran ametralladora. Termino disparando a los vecinos del frente que también tienen ametralladores. Es casualidad, pero ellos lo toman como una agresión y abren fuego contra mí. Con dificultad los termino matando. Luego sale el big brother que viene hacia mí. Se pone a un costado de la camionera, intenta dispararme con un arma de larga distancia así que no puede hacerme daño, estamos muy cerca. Yo le disparo pero parece que mis balas no le hacen daño, hasta que al final cae al piso, muerto. Imagino que fue gracias a su chaleco antibalas que demoró tanto en caer. Voy a la habitación y encuentro a mi mamá echada y tapada. Me dice que su herida es pequeñita, que no me preocupe, yo le digo que sí, que ya viene ayuda. Y veo a R cubierta con una sábana blanca, todo el cuerpo. No está muerta, pero está peor que mi mama. Casi no habla, solo se mueve. Quizá muera.